NUEVAS PROPUESTAS, REVISTA DE LA UCSE

Nro.59 – DICIEMBRE 2022

2. El capital pontífice: recurso clave de los procesos emprendedores que aspiran a emancipar

María Celeste Dayer[1]

Doctora en Ciencias Sociales

Lic. en Administración. Docente UCSE

celeste.dayer@ucse.edu.ar

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Resumen

El desarrollo emprendedor como fenómeno socioeconómico y herramienta que presenta potencial para aportar a los procesos de desarrollo de los territorios no puede gestarse sin recursos estratégicos. La puesta en escena de las diversas formas y especies de capital, como lo representan el económico, el cultural, el social y el simbólico, pueden brindarse a través de programas de política pública como estructura objetiva del campo emprendedor, sin embargo, el aporte a procesos emancipatorios por parte de las personas emprendedoras se vincula dialéctica y sinérgicamente a una nueva forma y especie construida relacionalmente, ¡eureka!: hablemos del capital pontífice.

La posibilidad de indagar en esta nueva especie de capital encontró su camino en la articulación de tres perspectivas teórico-conceptuales, la económica, la sociológica y la educación crítica. Ellas examinadas en sus interacciones e intersecciones, posibilitaron el abordaje con foco en los significados que los propios actores daban a las acciones que emprendían en sus vidas. Es decir, desde un paradigma interpretativista, resultó ser el trabajo en campo, a través del estudio de los asertos, el cual permitió vislumbrar esta categoría emergente que se propone como aporte al debate académico del presente siglo, en un intento de volver la mirada sobre la persona como verdadero fin –y no como simple medio– de los procesos socioeconómicos gestados en los territorios.

Palabras clave: capital pontífice, capitales estratégicos emprendedores, emprendimiento y emancipación, procesos emprendedores emancipatorios y desarrollo territorial.

Abstract

Entrepreneurial development as a socioeconomic phenomenon and a tool that has the potential to contribute to the development processes of the territories cannot be gestated without strategic resources. The staging of the various forms and species of capital, as represented by economic, cultural, social and symbolic, can be provided through public policy programs as an objective structure of the entrepreneurial field, however, the contribution to emancipatory processes by entrepreneurs is dialectically and synergistically linked to a new relationally constructed form and species, ¡eureka!: let’s talk about pontiff capital.

The possibility of inquiring into this new kind of capital found its way in the articulation of three theoretical-conceptual perspectives: economic, sociological, and critical education. Examined in their interactions and intersections, they made it possible to focus on the meanings that the actors themselves gave to the actions they undertook in their lives. That is to say, from an interpretative paradigm, it turned out to be the field work, through the study of the assertions, which allowed us to glimpse this emerging category that is proposed as a contribution to the academic debate of the present century, in an attempt to look back on the person as a true end –and not as a simple means– of the socioeconomic processes gestated in the territories.

Keywords: pontiff capital, strategic entrepreneurial capitals, entrepreneurship and emancipation, emancipatory entrepreneurial processes and territorial development.

 

Las perspectivas de estudio de los procesos emprendedores

El campo emprendedor, y en ´el, los procesos que lo constituyen, han sido abordados desde diversas perspectivas. Estudios vinculados a las características de personalidad, enfoques de legitimación empresarial, de movilidad social, de marginalidad e integración social, de factores de emprendimientos, el psicológico y el conductista, como así también el de evento empresarial han marcado los inicios de los años ochenta. Desde 1985 y hacia fines de los 90, los estudios diagramaron sus objetos en las redes y centrados en el contexto, en aspectos sociológicos, el enfoque ecléctico combinando las características personales del emprendedor y la influencia del contexto también cobro valor, y comenzó una indagación –y esfuerzos de caracterización– en las empresas de economía popular y empresas alternativas, conceptos propios de una economía social y solidaria que intenta ganar terreno. Desde los años 2000 en adelante las discusiones académicas profundizaron en aspectos de las empresas solidarias -en lo que al campo de la economía social y solidaria refiere- e hicieron lo propio sobre las cuatro C del desarrollo emprendedor, aludiendo a los capitales humano, financiero, institucional y social (Mantis, 2004). Asimismo, los estudios comprados entre países –promovidos por organismos internacionales como el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), entre otros- abordaron procesos y sistemas emprendedores, es decir, condiciones económicas y sociales, de cultura, educación, estructura dinámica y productiva, redes, aspectos personales del emprendedor y regulaciones políticas y de mercados. Las dos últimas perspectivas, “Las cuatro C” y los estudios comparados representan producciones académicas más vinculados a procesos de una economía de mercado, que ponen su eje en nociones de rentabilidad, productividad, ampliaciones de cuotas de mercado, entre otros, difiriendo de las propuestas de producción y reproducción de la vida ampliada de los ciudadanos, como lo plantea la economía social y solidaria.

Los estudios cursados, ponen de manifiesto la complejidad y multidimensionalidad que atraviesan al campo emprendedor y a sus actores. Por ende, los capitales[2] necesarios a los fines de emprender deben también ser analizados desde su condición de estratégicos para aportar a procesos que permitan a las personas emprendedoras gestar, iniciar y sostener proyectos emprendedores que resulten emancipatorios, es aquí donde el capital pontífice cobra trascendencia.

¿Como ocurre la construcción emancipatoria en el campo emprendedor?

El mundo no es, el mundo este´ siendo. Como subjetividad curiosa, inteligente, que interfiere en la objetividad con la que dialécticamente me relaciono, mi papel en el mundo no es solo el de quien constata lo que acontece sino también el de quien interviene como sujeto de los acontecimientos. (Freire, 2014d: 99-100).

Reconociendo que la emancipación es un concepto con alta carga simbólica referida a la libración de diferentes colectivos sociales –es posible aludir a la propia esclavitud, a la emancipación obrera, a las liberaciones de tutelas jurídicas, sociales, económicas, culturales, como así también a aspectos de género, tan vigentes en los últimos tiempos– resulta oportuno puntualizar en que la propuesta de conceptualización en este análisis planea su vinculación a la utopía, pero no a una utopía reconocida como quimera, o ilusión, sino todo lo contrario, a una propuesta concreta y empírica que permite observar en terreno los habitas e inserciones críticas en la realidad de los actores del campo emprendedor. La emancipación se define como la oportunidad de desarrollar tres capacidades: tener una visión crítica de la realidad, reconocer sus límites y proponer un proyecto de transformación sobre ella, siempre en el ´ámbito del trabajo emprendedor. Este proyecto de cambio y transformación de la realidad se gesta atravesado –condicionando y siendo condicionado a la vez– por diversas formas y especies de capitales que lo hacen posible.

Las especies de capitales del campo emprendedor y el nacimiento del capital pontífice

Acerca del capital económico

García-Valdecasas Medina (2011: 135) en un análisis introductorio, (aunque su foco de investigación se orienta sobre el capital social) expone acerca del capital:

El término “capital” hace referencia a los recursos que se invierten para obtener beneficios. Según Karl Marx ([1849] 1933) el capital emerge en las relaciones sociales de explotación entre capitalistas y trabajadores. En el esquema marxiano, la clase explotadora recoge el valor añadido generado por el trabajo proporcionado por la clase explotada; así pues, los burgueses -que poseen los medios de producción- pueden acumular capital, mientras que los proletarios no. Sin embargo, para Adam Smith (1937) el capital incluye todas las habilidades prácticas y adquiridas por parte de los individuos; desde esta perspectiva, el capital no solo recae en los capitalistas sino también entre los trabajadores. Por tanto, los trabajadores se han convertido también en capitalistas no porque posean medios de producción, sino por tener habilidades y conocimientos de valor económico.

La tensión manifiesta entre la noción de capital de Marx y la de Smith pone en evidencia la articulación posible de capitales y las tasas de reconversión que los mismos son capaces de experimentar, por ejemplo, el capital cultural puede convertirse en capital social y luego, en económico, como así también en simbólico. Es decir, un título académico (capital cultural institucionalizado) permite a quien lo porta, formar parte de un círculo o espacio social (capital social) que puede brindarle acceso a determinadas relaciones o vinculaciones, por ende, el acceso a puestos de trabajo, en lugares clave, bien remunerados (capital económico), lo cual generar ‘a para la persona distinción y reforzar a los vínculos de pertenencia a determinados espacios sociales (capital simbólico), en un círculo que se retroalimenta constantemente.

Bourdieu (2014a: 90) reafirma el planteo de las tasas de reconversión sumando al capital social como factor a considerar:

Todo agente económico es una suerte de empresario que busca sacar el mejor rendimiento de recursos escasos. Pero el éxito de sus emprendimientos depende, en primer lugar, de las posibilidades que tiene de conservar y aumentar su patrimonio dado su volumen y estructura; y, a su vez, de las magnitudes y los instrumentos de producción y reproducción que posee y controla. En segundo lugar, depende de sus disposiciones económicas (en el sentido más amplio), es decir, de su propensión y de su aptitud para aprehender esas posibilidades.

Estos dos factores no son independientes: las disposiciones respecto del porvenir (entre las cuales las disposiciones económicas son una dimensión específica) dependen del porvenir objetivo de su patrimonio –que de por sí está en función de las estrategias de inversión de las generaciones previas-, es decir, de la posición actual y potencial del agente o del grupo de agentes tomado en consideración en la estructura de la distribución del capital (económico, cultural y social) entendido como poder sobre los instrumentos de producción y de reproducción.

Lo expuesto permite construir una definición de capital, en su tipología económica, que intenta ganar en precisión para denominarlo y distinguirlo, la misma se expone como el recurso dinerario propiamente dicho, y el conjunto de bienes objetivos que permiten generarlo (accesos a créditos, materias primas, maquinarias para producción y espacios físicos para ella).

Acerca del capital cultural

La noción de capital cultural surge como hipótesis para dar cuenta de la desigualdad del rendimiento escolar en los niños, pertenecientes a distintas clases sociales, con las consecuentes distribuciones y posesiones de capital cultural de las clases y fracciones de clases. (Bourdieu, 2014a).

Este planteo se desprende y diferencia de las concepciones que atribuyen al éxito o fracaso escolar, condiciones propias de aptitudes, vinculadas a las teorías de capital humano.

Para definir al capital cultural es importante explicitar las tres formas bajo las cuales puede existir, dado que ´estas caracterizan su concepción ontológica:

[...] en estado incorporado, es decir, como disposiciones durables del organismo; en estado objetivado, como bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, instrumentos, máquinas, que son la huella o la realización de teorías o de críticas de esas teorías, de problema ‘ticas, etc.; y por último en estado institucionalizado, forma de objetivación que debe considerarse por separado, porque según puede notarse a propósito del título escolar, confiere propiedades totalmente originales al capital cultural que garantiza (Bourdieu, 2014a: 214)

Así, queda de manifiesto que en el análisis de las inversiones educativas (y, por ende, culturales) debe considerarse también la medición de la transmisión domestica del capital cultural, puesto que ello condiciona las actitudes y aptitudes de los individuos “[...] el rendimiento económico y social del título escolar depende del capital social, también heredado, que puede ser puesto a su servicio”. (Bourdieu, 2014a: 214)

Para el presente análisis el capital cultural se conceptualiza como un recurso, que desde la incumbencia de los tres estados que lo definen (incorporado, objetivado e institucionalizado), puede favorecer procesos de incorporación de conocimientos sobre determinadas áreas de interés –en esta instancia, particularmente, en el campo emprendedor–. Por ello, los aspectos vinculados a capacitaciones, modalidades de capacitaciones y habilidades que promuevan, material bibliográfico, otorgamiento de certificaciones y titulaciones –propuestas desde los programas de política pública emprendedora– se constituyen en aspectos que identifican al referido capital.

Acerca del capital social

El capital social distingue el principio de los efectos sociales, los cuales, si bien pueden aprehenderse a nivel de agentes singulares, no se reduce a ellos. El capital social posee la particularidad de afianzarse en las relaciones que los actores/agentes puedan establecer. Es decir, el capital social se construye de modo relacional, en los vínculos gestados por individuos en grupos humanos (familiares, de amistades, laborales, entre otros) y se consolida con su mayor uso.

Es prioritario destacar que, si bien el capital social requiere de las redes sociales para producirse, no debe confundirse con ellas.

[...] el desarrollo del concepto “capital social” y su actual influencia en las ciencias sociales se debe fundamentalmente a los estudios de Pierre Bourdieu (1986), James Coleman (1988; 1990), Nan Lin (2001) y Robert Putnam, (1993; 1995; 2000). La definición estructural de capital social se deriva fundamentalmente de los trabajos de Bourdieu, Coleman y Lin. Dichos autores definen el capital social como un conjunto de recursos disponibles para los individuos derivados de su participación en redes sociales.

[...] Para Bourdieu -y a diferencia de Coleman- el capital social es un mero disfraz del capital económico: “el capital económico es la raíz de todos los otros tipos de capital” y “todos los tipos de capital son reductibles en última instancia a capital económico” (García-Valdecasas Medina, 2011: 139).

Por lo expuesto, se concibe como “el conjunto de recursos actuales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de Inter conocimiento y de Inter reconocimiento”; puede entenderse también como la pertenencia a un grupo de diferentes agentes que están unidos por vínculos permanentes y útiles. (Bourdieu, 2014a: 221)

Según Baquero (2004: 51) para autores como Putnam (1999) el capital social se concibe como el desarrollo de la confianza recíproca que se da entre los ciudadanos, con el objetivo de resolver problemas que implican o involucran la acción colectiva. Fukuyama (1999) lo define simplemente como el conjunto de valores informales, o normas compartidas entre los miembros de un grupo, que posibilita la cooperación entre ellos. Para Coleman, el bienestar de una nación, como así también su capacidad o habilidad para competir están condicionados por una característica cultural altamente significativa, que tiene que ver precisamente con el nivel de confianza inherente en la sociedad. Dicho nivel de confianza es lo que se define como capital social. Autores clásicos, como Adam Smith, reconocían que la vida económica estaba vinculada a la vida social y que no podían entenderse de manera desmembrada la una de la otra, porque las costumbres morales y hábitos de la sociedad influyen en las decisiones económicas que dicha sociedad toma. Es decir, no sería posible desvincular la cultura del ´ámbito económico.

Aquí, el capital social se interpreta como el recurso que permite gestar una red de relaciones y vínculos (dados en diversos senos, familiares y/o institucionales) estables y reconocidos por al agente, que representan capacidad para generar valor, confianza y beneficios (objetivos y simbólicos). Esta tipología de capital podrá reconocerse en el fortalecimiento de redes y vínculos sociales, asociada a las oportunidades de participaciones, de los actores emprendedores, en diversos espacios.

Acerca del capital simbólico

Esta tipología ha sido definida como la forma que toman y/o adoptan las distintas especies de capital (económico, cultural y social) al ser percibidas y reconocidas como legítimas (Martínez García, S/F: 8 y 9). Opera según la lógica de la distinción y la diferenciación, y por lo tanto es vano perseguir su distribución igualitaria. Definir la frontera de sus derechos resulta complejo, puesto que no se encuentra determinada por instituciones políticas, sino vinculado a la persona o a la posición social, por ende, no puede comprarse o venderse en el mercado, es decir, circular como mercancía.

Bourdieu (2014a: 199) explica que todo intento de clasificación científica de los agentes sociales debe considerar que estos se caracterizan objetivamente por dos propiedades: por una parte, los materiales, inherentes al mundo físico, las cuales son factibles de medirse, se constituyen en cuerpo; por otra, las simbólicas “que les sobrevienen en su relación con sujetos capaces de percibirlas y de apreciarlas, y que demandan ser interpretadas según su lógica específica”.

El capital simbólico se concibe aquí como un recurso derivado de la confluencia de los capitales económico, cultural y social que puedan combinar y articular los programas públicos de fomento y apoyo emprendedor, y que, alcanzando a los emprendedores vinculados a ellos, sea capaz de generarles prestigio, reconocimiento y beneficios por pertenecer; siempre contemplando la premisa de que dicho recurso es conocido y reconocido; y por tal motivo, genera interés de apropiación.

La emergencia: el capital pontífice

El análisis y la indagación sobre las diversas formas y especies de capital llevada a cabo en campo, en vínculo a los procesos emprendedores, y observándolas en perspectiva emancipatoria, ponían en evidencia un vacío conceptual para explicar y/o explicitar ciertos procesos. Ello impulso el “momento eureka”, como par ‘abola, para explicar la creación del denominado capital pontífice.

Resultan validas aquí algunas aclaraciones pertinentes sobre los momentos de producción de conocimiento.

“El problema con las historias ’eureka’ es que comprimen décadas de trabajo en un solo momento”, señala la historiadora de ciencia Anna Marie Roos de la Universidad de Lincoln. Además, dice, a menudo esconden la verdadera genialidad de los científicos. En este caso, por ejemplo, la caída de una manzana por sí sola no puede explicar la órbita de la Luna. Para entenderla [Newton] tuvo que tener en cuenta otra fuerza que ya había sido formulada anteriormente: la de la inercia. Básicamente dice que un cuerpo no puede cambiar por sí solo su estado inicial, ya sea en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme.

Lo que Newton dedujo fue que tenía que haber otra fuerza además de la inercia actuando sobre la Luna pues, de no ser así, ´esta habría salido disparada en línea recta hace mucho tiempo.

“Entonces tienes: una ley que aplica en todo el Universo, la de la inercia, y la caída de una manzana, que lo lleva a la gravedad”.

Es la combinación de esas dos fuerzas la que la mantiene a la Luna en ´orbita, sin salir disparada ni -como la manzana- estrellarse contra la Tierra. “Y esa es una característica típica de genios: unir ideas dispares.” “Esa habilidad de tomar sucesos mundanos, observarlos y expandirlos a algo más profundo es lo que les hace geniales”, subraya Roos. (Ball, P, 2020)

El planteo precedente intenta valorar la experiencia científica de Newton –o más precisamente, lo que pueden describir algunos autores respecto al trabajo por ´el desarrollado- para aprehender de dichos procesos y sustentar el momento de creación de esta nueva forma y especie de capital.

Entonces... ¿será que debemos desestimar todos esos románticos” momentos eureka desechar esas visiones de científicos bailando de la emoción tras descubrir algo que estuvo por tanto tiempo oculto?

“Eureka” se traduce más o menos como” lo he encontrado”, y aparece una y otra vez en las historias populares de la ciencia.

Para su libro, McLeish hablo´ con muchos científicos sobre sus” momentos eureka, según le dijo a la BBC, empezó a emerger un patrón.

Ocurrían en los que yo llamo ’momentos liminales’ (del latín limes “límite” o “frontera”).

Son los ’momentos umbral’, cuando se está pasando de un entorno a otro, y por alguna razón pones tu cerebro en neutro por una fracción de segundo.

“Por alguna razón, solo en ese momento, puede hablarte esa parte de tu mente de la que normalmente no estas consciente pero que en todo caso esta´ trabajando -en una variedad de formas creativas que no comprendemos- el material que conscientemente has estado tratando de entender en vano”.

McLeish no obstante subraya que esos momentos no vienen de la nada: ocurren cuando has estado examinando algo por mucho tiempo, a veces obstinadamente probando una misma solución y sin permitirte un recreo sentado bajo un ´árbol de manzanas. (Ball, P, 2020)

Así, dadas las conceptualizaciones de los capitales económico, cultural, social y simbólico, se tornó necesaria una revisión respecto de cómo estos posibilitaban a la persona emprendedora desarrollar un proyecto emancipador. Resulta interesante destacar que, el campo evidenciaba que los capitales requerían de una articulación, una sinergia, una manera de combinarse entre ellos para potenciarse como estratégicos; es decir para permitir a la persona emprendedora direccionar los proyectos que se proponía iniciar desde una perspectiva más compleja.

Esto llevo a pensar una nueva forma de capital, una categoría que revistiera una condición de transversalidad a las restantes. Así nace el capital pontífice. Aludiendo a su origen etimológico, se lo conceptualiza como el capital que construye los puentes requeridos entre las distintas formas de capitales, que le permiten a la persona emprendedora apropiarse y hacer uso de ellos. El concepto pontífice deriva del latín y está constituido por el prefijo pontos que significa “puente” y el sufijo ´fice que refiere al “constructor”. El significado literal de la palabra pontífice se presenta asociado al constructor de puentes. De esta manera, el pontífice pasa a configurarse como una especie intrínseca de capital que se gesta en la persona que emprende.

Desde luego que, dicha generación se encontrar ‘a signada por las condiciones sistémicas que se den en el contexto y por la formación del emprendedor (vinculada a su educación o a los aprendizajes y experiencias de vida, los cuales a su vez pueden ir fortaleciéndose), que le permitir ´an combinar lo individual y personal con lo dado o provisto por el afuera, es decir, por la articulación entre la estructura objetiva y la subjetiva, que involucra el habitas. En relación a la generación de las condiciones sistémicas, el Estado asume una alta implicancia desde las políticas que geste referidas y/o vinculadas al desarrollo emprendedor. Asimismo, los actores y los procesos también influir ´an en los tipos de puentes construidos, dado que son quienes facilitar ´an los capitales al emprendedor. De esta manera sería posible formular una clasificación de los tipos de capitales desde la perspectiva del emprendedor, en extrínsecos e intrínsecos. Dentro de los primeros se ubicaría a los capitales económico, cultural, social y simbólico; y dentro de los segundos, al capital pontífice, dado que se concibe como gestado o potenciado desde el sujeto emprendedor, desde su singularidad e inserciones críticas en la realidad. La incorporación del capital pontífice potenciaría la vinculación de los capitales extrínsecos, posibilitando gestar o promover un proceso emancipatorio para el sujeto emprendedor.

Como se mencionó anteriormente, el Estado, a través de las políticas públicas, debe arbitrar los medios para crear condiciones sistémicas que permitan acceder a capitales extrínsecos y desarrollar el capital intrínseco, con el fin de promover un salto hacia la complejidad de las interacciones entre las formas de capitales en juego y los diversos campos. De lo contrario, podría asistirse a la promoción de un pseudo emprendedorismo que se oriente en fomentar un desarrollo local desdibujado. O al decir de Freire, a gestar políticas asistencialistas, antes que políticas que promuevan la emancipación de los ciudadanos involucrados.

El proceso de creación de la categoría capital pontífice resultó arduo, implico años de trabajo para recabar informaciones en campo, de análisis, comprensiones e interpretaciones. Se estructuro desde intercambios dialecticos con diversos actores del campo emprendedor, de cada uno de los municipios involucrados, e implico el estudio de los diferentes momentos temáticos propuestos con los actores, en un análisis minucioso de los contextos y los aspectos del lenguaje (afirmaciones, aclaraciones, contradicciones, risas, silencios y expresiones recurrentes) indagados en los relatos. Todos ellos, fueron abordados desde la metodología de un estudio de casos múltiples, de tipo instrumental. Si bien, para los estudios de casos, se señalan algunas debilidades, tales como el problema del sesgo de selección, el riesgo de sobrerrepresentar la particularidad del caso y la capacidad limitada de generalización (Ortega Expósito, 2012: 84); los autores que se posicionan a favor de estos expresan que tal vez en ocasiones “El estudio de caso podría ser la u ‘nica vía para el conocimiento por ruidosa, falible y sesgada que sea.” (Campbell, 1975: 179-190 en Ortega Expósito, 2012). Sumando que “a veces simplemente tenemos que mantener los ojos abiertos y observar casos individuales, no con la esperanza de demostrar nada sino más bien con la esperanza de aprender algo.” (Eysenck, 1976: 9, en Ortega Expósito, 2012: 86).

[...] tanto la historia de Newton como la de Arquímedes hablan sobre la necesidad de silenciar la mente y permanecer contemplativos. También sobre unir las cosas que parecen distintas: una manzana que cae y la gravedad, una bañera que rebosa y la gravedad específica. Nos dice que la creatividad necesita espacio para florecer. Y que muchos científicos tienen ideas creativas cuando juegan. Es la esencia de una idea. No te da una perspectiva sobre los pasos o las partes preparatorias, pero a la gente le encanta porque simplifica las cosas quita toda la parte de trabajo duro. Es una analogía que todo el mundo entiende. Las historias eureka comprimen décadas y décadas de trabajo en un solo momento de inspiración. Son como para ‘bolas. (Newman, 2017)

Por lo expuesto, el capital pontífice puede nominarse como una categoría que opera desde el actor emprendedor, pero influenciado por los actores públicos e institucionales vinculados a los programas de política pública emprendedora, siendo condicionado y condicionando a su vez por los procesos de perspectiva y prospectiva estratégica[3] que dichos actores promuevan, y por cómo se plantea la construcción de capacidades[4]. Asimismo, puede afirmarse que esta forma de capital encuentra semejanza en el estado incorporado en el cual puede existir el capital cultural, puesto que demanda de una inversión directa de tiempo de la persona para su desarrollo. Sin embargo, se distingue de este, ya que, lo contiene, para articularlo al resto de las formas o especies de capital y otorgarle así al emprendedor la posibilidad de construir un proyecto. A su vez, dicha construcción encuentra sus cimientos no circunscripta a un sujeto emprendedor como individuo sino, y fundamentalmente, en las formas de socialización que este experimente, en los vínculos que pueda gestar y en los modos en que sea atravesado por las lógicas culturales, económicas, políticas e institucionales. Estos factores influyen en la posibilidad que encuentre la persona para construir capital pontífice; puesto que un proyecto emprendedor aspira a promover en el actor protagónico un proceso de liberación, de autogestión, de autorrealización fundamentalmente en su mundo del trabajo, es decir un proyecto emancipador que lo transforme en auctor –al decir de Bourdieu, modo de definir a la persona como autor y actor de su trayectoria de vida– de su propio porvenir, en el marco del complejo campo social.

La investigación cualitativa, el paradigma interpretativo y los criterios de validez y confiabilidad que sustentan la categoría capital pontífice

La investigación cualitativa merece credibilidad por el proceso propuesto en el trabajo de campo. La forma de medir y garantizar cientificidad de los resultados cobra sentido desde nociones propias de los procesos y metodologías cualitativas, focalizados en este análisis en el paradigma interpretativo.

Pensar, hablar, sentir, percibir, dar un destino a las manos liberadas del casi exclusivo apoyo del cuerpo para moverse, comprender y comunicar lo comprendido, comparar, valorar, evaluar, optar, emprender nuevos caminos, decidir, aprehender, aprender, enseñar, poder hacer o no hacer las cosas, idear, vivir socialmente, todo esto destaco´ en el ser que fue capaz de ello la importancia indiscutible de su conciencia. Conciencia del otro y de sí como un ser en el mundo, con el mundo y con los otros [...]. (Freire, 2014d: 146).

La elección de una metodología de investigación no solo define los métodos, sino que es capaz de poner en evidencia las preferencias de la investigadora o investigador en cuanto a modalidades para vincularse con los actores, los procesos, los espacios, en definitiva, con el objeto de estudio propuesto.

Los estudios de casos múltiples proponen una forma singular de producir conocimiento generalizable (Simons, 2009), en la cual la oportunidad se encuentra implícita a través de algunos procesos clave, como, por ejemplo:

a    La generalización de conceptos: implica pensar conceptos que permitan ilustrar especies de categorías propias del caso, a los fines de poder generalizarlas incluso cuando las circunstancias específicas resulten diferentes. En este tipo de generalización se sustenta la emergencia del capital pontífice, tipología que posibilita construir los puentes entre las formas o especies restantes de capitales (económico, cultural, social y simbólico). Por otra parte, al resultar una emergencia del campo en estudio, no es factible ubicar teoría y autores previos que lo desarrollen y/o amplíen. Dicho proceso podría darse a futuro, con nuevas investigaciones que profundicen y construyan conocimiento sobre el particular.

b   La generalización de procesos: se asemeja al planteo previo concibiendo que es el proceso cuyo origen está en el análisis de uno o varios casos y que resulta transferible aun cuando los contenidos y el contexto de los casos puedan ser diferentes. Este es el tipo de generalización que referencia que el cómo de la influencia de los capitales para emancipar puede explicarse a través de relaciones entre actores signadas por mayores o menores grados de confianza hacia los procesos de autonomía y autogestión que las personas emprendedoras son capaces de construir. Para el caso del municipio de Rafaela, es el propio actor gestor quien reconoce la dificultad para “soltar” a los emprendedores y superar el paternalismo. Los procesos de capacitación –la disponibilidad de capital cultural- se dan de modo muy bien pautado y dirigido. La propia emprendedora reconoce la dificultad para sortear la dependencia generada. Para el caso del municipio de Santa Fe, es la misma emprendedora quien advierte y destaca el apoyo recibido, pero a la vez, los logros alcanzados con el esfuerzo y cansancio propios. Las situaciones descriptas resultan evidencias objetivas de las relaciones gestadas y de las oportunidades que las mismas pueden generan u obturar. Es decir, la generalización a aplicarse en los casos refiere a los vínculos y los procesos de autonomía y autogestión que permiten construir.

Las formas de generalización antes descriptas posibilitaron las interpretaciones de los casos, alentando las emergencias y conclusiones del proceso de investigación desarrollado.

Respecto a los criterios de validez y confiabilidad para las investigaciones orientadas en una perspectiva interpretativista, el debate encuentra diversas posturas y posiciones. Para Yin, por ejemplo, el paradigma interpretativo o naturalista requiere de criterios propios de validez. Lincoln (1985), destaca que tampoco existe consenso respecto a cuáles serían los criterios más adecuados para atender a la calidad de los resultados. Maxwell (1992) por su parte, plantea atender a diversas caracterizaciones de validez, la descriptiva, la interpretativa y la teórica, observando también la generalidad y validez evaluativa. Skrtic (1985) desde una orientación comprehensiva alude a criterios que denomina de credibilidad, transferibilidad, dependencia y conformabilidad. (Tarrés, 2015: 244 y 245). Estos últimos permiten dotar de cientificidad a la categoría emergente.

Por credibilidad se comprende al valor de verdad de la investigación, la misma se resolvió mediante la observación persistente (contemplada en cada uno de los encuentros con los actores), la triangulación (mediante diversidad de fuentes de datos: análisis documental de los programas de política pública, entrevistas semiestructuradas con actores gestores de dichas políticas e historias de vida de emprendedoras) con el fin de contrastar para confirmar datos e interpretaciones, y el control de miembros.

La transferibilidad se sustentó en el muestreo teórico intencional y desde las descripciones densas de actores, espacios, procesos y vivencias propias del campo emprendedor; lo cual le otorga a la investigación la oportunidad de replicación en otro contexto.

La dependencia, comprendida como el proceso de control, es decir, la auditoria, como así también el criterio de conformabilidad fueron concebidos desde las diversas intervenciones de actores externos vinculados al proceso investigativo (directora, codirector, jurado del tribunal evaluador). Aportando todas ellas a orientar y ganar en claridad y precisión sobre la construcción de conocimiento propuesta.

Así, las reglas para llevar adelante las observaciones, el registro de la información y las interpretaciones de los resultados se protocolizaron, para garantizar la cientificidad de la investigación y, por ende, el respaldo y sustento que sostuvieron y sostienen a la categoría emergente de capital pontífice.

El trabajo en la investigación cualitativa es complejo y minucioso. Y requiere de este tipo de controles para cumplir con las reglas mínimas que aseguren que se trata de un trabajo científico y permita separase, por tanto, del impresionismo o del estilo periodístico”. (Tarres, 2015: 115).

El momento eureka de la categoría capital pontífice ha sido fruto de un largo proceso de indagaciones, análisis, deconstrucción y construcción de conocimiento en un trabajo dialógico con todos los actores involucrados.

¿Qué contaron los casos de los municipios de la provincia de Santa Fe?

El municipio de la ciudad de Rafaela, a través de los relatos de los actores y de la historia de vida emprendedora, permitió describir la esencia de una ciudad en la cual la cultura emprendedora se enarbola como capital simbólico de relevancia. El desarrollo emprendedor promovido desde una política pública[5] que lleva décadas de implementación, se sostiene con el aporte de recursos concretos que se ponen a disposición como estructura objetiva del campo emprendedor. Desde una perspectiva de Desarrollo Económico Territorial (DET), con apuestas a lograr la diversificación de la matriz productiva, generar empleo genuino y aportar a procesos de inclusión en el ´ámbito laboral “Rafaela Emprende” propone una estructura definida, muy bien pautada, programada y sostenida en el tiempo, que, en ocasiones, deja escasos ´ámbitos para la puesta en juego de la subjetividad de la persona emprendedora, resultando ello un camino que reduce las potencialidades de un proceso emancipatorio emprendedor. Las priorizaciones de capitales fueron presentadas –por la emprendedora– dando el primer lugar al capital cultural, seguido del social, el simbólico y, finalmente, el económico.

En el caso del municipio de la ciudad de Santa Fe, la impronta del programa de política pública “Yo Puedo” orientada en bases conceptuales de la Economía Social y Solidaria (ESS) pone en evidencia un entramado de implementación que da lugar y estipula espacios concretos (de diálogos, intercambios, aportes y formación en procesos de empoderamiento) que promueven un involucramiento activo y reflexivo de la persona emprendedora. Ello facilita el desarrollo de tres procesos importantes para el campo emprendedor: 1) el de autosocioanalisis individuales y colectivos, posibilitando un estudio del escenario actual y de las fuerzas (internas y externas) que condicionan dicho escenario; 2) el de perspectiva, análisis del escenario actual y, 3) el de prospectiva estratégica, comprendiendo los posibles caminos y asignación de recursos que serán necesarios para el logro de determinados objetivos previamente pautados.

Los capitales fueron priorizados, desde la perspectiva de la persona emprendedora, en el siguiente orden: capital social, simbólico, cultural y económico.

En relación a los vínculos generados entre actores, el caso del municipio de Rafaela deja evidencias concretas de ser un proceso más guiado y paternalista. Para el caso del municipio de Santa Fe, las diferentes instancias demarcan una mayor apertura a la puesta en valor de la subjetividad de la persona emprendedora, con todos los riesgos y desafíos que ello implica en el espacio social emprendedor.

El rol activo atribuido a la persona emprendedora, en la demanda de articulación de sus mundos objetivo y subjetivo, es lo que propicia el desarrollo de capital pontífice. Esta emergencia se advierte más claramente en el caso del municipio de Santa Fe. Es el capital pontífice la especia que favorece y/o propicia el logro de una visión crítica de la realidad, la posibilidad de identificar los límites en ella y la oportunidad para pensar y diagramar una propuesta de cambio sobre dicha realidad. Es decir, el capital pontífice se visibiliza como el recurso clave para gestar proyectos emprendedores en perspectiva emancipatoria

Conclusiones

El desarrollo emprendedor, y la apuesta a la promoción de emprendimientos socio productivos, lograr ‘a emancipar a las personas emprendedoras en tanto y en cuanto sea capaz de poner en valor el mundo subjetivo de ellas, y les posibilite, consecuentemente, la gestación y desarrollo de capital pontífice.

Esta categoría emergente del proceso de investigación, permite a la vez, dar relevancia a las intervenciones de los Estados (nacional, provincial y municipal) en su rol de garantes de condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos.

Entonces, la disposición de estructura objetiva (disponibilidad de los recursos que demanda el campo emprendedor, con sus reglamentaciones y normativas) debe ser considerada por los Estados, fundamentalmente, atendiendo a la heterogeneidad de trayectorias de vida de quienes emprenden. En dicho escenario, las personas, podrán articular su mundo subjetivo a la estructura objetiva propuesta y lograr inserciones críticas en la realidad, mediando la construcción de capital pontífice. De esta manera, la emancipación emprendedora podría resultar -bajo las condiciones descriptas de gestación y puesta en valor del capital pontífice- un aporte de política pública al desarrollo de los territorios.

 

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[1] El presente artículo se estructura post defensa de mi tesis doctoral (titulada: “La influencia de los capitales estratégicos y su potencial emancipador en la persona emprendedora” Los casos de dos municipios de Santa Fe, Argentina en el periodo 2011 – 2015) en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), realizada en octubre de 2022, en la formación del Doctorado en Ciencias Sociales. Agradezco a los jurados las devoluciones cursadas, las disidencias expresadas, como así también los acuerdos y consensos manifestados, todos ellos posibilitan continuar la inacabada tarea de producir conocimiento en perspectiva de contribuir al desarrollo de un mundo más inclusivo, equitativo, justo y solidario. Denominación de una forma de generalización acuñada por el antropólogo estadounidense Erickson, Federick (1986), la cual surge en las investigaciones cualitativas, desde los propios relatos de los actores. Por este motivo, Erickson afirma que el investigador cualitativo más que realizar descubrimiento lo que genera son asertos. (Stake, R, 1999: 46)

 

[2] La noción de capital se aleja en este planteo de una dimensión unívoca asociada al dinero o como factor exclusivamente económico, para comprenderse e interpretarse como un recurso que es prioritario, cabeza, principal, ello derivado de su concepción etimológica: Capital (adjetivo) “principal”. Del latín capitalis “principal”. Literalmente, de la cabeza, de capit – radical, de caput “cabeza” + alis “de”, “al” esto último lo “relativo a”. (Gómez de Silva, 1998: 140)

 

[3] Para ampliar ver Vásquez, Becerra y otro (2014: 51) Prospectiva y política pública para el cambio estructural en América Latina y el Caribe. N 129 (LC/G.2622-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

 

[4] Para ampliar ver Costamagna y Larrea (2017). Actores facilitadores del desarrollo territorial. Una aproximación desde la construcción social. Ed. Publicaciones Universidad de Deusto.

 

[5] El análisis involucro el documento del programa Rafaela Emprende instrumento técnico de la política pública emprendedora. Rafaela Emprende nace en el año 2009 en un trabajo de articulación público-privado, en el cual se vinculan diferentes instituciones de la ciudad.