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narrativa del encargado del hogar, esto es aquel que organiza y dispone la adquisición,
elaboración y distribución de la comida. No obstante estuvimos atentos a los aportes de los
acompañantes, sean estos hombres o mujeres, que en muchas ocasiones se mostraron
deseosos de participar y relatarnos su experiencia, probablemente por pertenecer al
mismo grupo familiar y ser partícipe de las decisiones en torno a las estrategias
alimentarias.
Se inició el proceso con algunas certezas e intuiciones, transitamos zonas de
incertidumbre, invertimos mucho tiempo y esfuerzo en negociaciones para entrar a campo.
Experimentamos tal como lo plantea Bourdieu (1995) que no hay nada más universal que la
dificultad en la investigación.
Resultados
La rutina diaria del comer: “no somos delicados”
Los criterios que organizan la comida diaria de las familias entrevistadas tienen una rutina
similar: el mate cocido marca el inicio del día en muchos hogares; la opción por la leche está
presente si hay niños en la familia.
El mate acompaña la rutina “mate todo el día…a medida que vamos haciendo cosas, vamos
tomando mate,…ya viene el otro y seguimos así, todo el día”, para muchos matiza la siesta La
constante es que el mate se endulza con importantes cantidades de azúcar “un bolsón de
El “cocinar” se asocia a la complejidad de ese hacer, los encargados del hogar sostienen que
“cocina una vez al día” por el tiempo que demanda la elaboración y se prioriza el almuerzo.
En la cena se elaboran platos más simples, recalentando… “si queda se calienta o sino se
cocina….” o reciclando “si queda guiso, eso ya no quieren”… “por ahí uso huevos porque me
gusta hacer torrejita del guiso que te queda”. La idea siempre es “comer algo más “livianito”
a la noche y esto puede ser “una taza de leche o mate cocido” cuando hay adultos en la
casa; si hay niños o jóvenes la opción “liviana” es fiambre, papas fritas, “revueltos” o tortilla
de papa. Una premisa en estos hogares frente a la decisión de lo que se come es “no somos
delicados”.
Los condicionantes de la preparación de la comida diaria están vinculados fuertemente al
“hoy” de las familias, básicamente a la disponibilidad de dinero para su adquisición.
Se establecen reglas y rituales que las familias comparten entre sí como la idea que un buen
mate “no va solo nunca”, “se procura el pan de cada día” y “la comida no se tira”. La comida
casera, es decir, hecha por uno mismo en el hogar se venera y marca una diferencia
importante: “yo cocino siempre, y…hago de todo, yo prefiero hacer que comprar”, pero los
avatares que impone la precariedad económica, hace que se resigne este hábito cediendo a
la urgencia… “cuando él llega (refiriéndose al marido)…, a eso de las cuatro, a veces, cruzo al
frente, a la despensa y compro un poco de fiambre o unas milanesas”.
azúcar (10 kg) me dura tres días…somos muchos… ¡como 60 kilos tengo que comprar!
(risas). El uso de edulcorante se asocia a enfermedad, especialmente la diabetes.
Entre lo que se prefiere y lo que se puede: “Sí o sí tienes que cocinar”
Pese a la notoria preferencia por la carne, algunas frituras y salsas suculentas también los
entrevistados manifiestan su interés por las comidas que consideran saludables. Es decir,
sostienen que se debe comer variado, muchas verduras, pescado y leche, argumentando
sus beneficios: “pescado trato de comer, porque tengo tiroides y leí una vez en una revistita
“Selecciones” que es muy bueno, así que como pescados, tomate en lata y lentejas... y
arvejas en latas, pero... cada taaanto” (Carola)
En muchas entrevistas se destaca la disposición para describir las estrategias de
aprovisionamiento, detalles de lugares y precios y justificaciones de la elección, dando
cuenta de una especie de experticia en la economía doméstica.
La sopa que antaño era un plato que complementaba el menú diario, se convierte en
“relleno” para “completar una comida no tan sustentosa”… “si te toca bife, la carne está
cara y hacemos uno así para cada uno con ensalada (marca una porción pequeña con la
mano como de diez cm)…ahí completamos con sopa…” (Juan).
“Zanahoria no les pongo mucho porque no, no los convence (por la hija y el marido) yo sé que
es la “proteína segura”, pero la verdad por ahí no” (Doris)
“Bueno cuando ellos quieren comer un guiso, si se hace, o una salsa, se hace… generalmente
de pollo, poco la carne, poco, está muy cara…” (Estela)
Es posible que se trate reproducciones de discursos nutricionales aprendidos sobre la
alimentación o de dar cuenta de hábitos saludables delante de los agentes de la salud que
nos acompañaron“…le hago para ella la dieta especial que tiene, por ahí, sí le hago pollo…
con ensalada de, de verduras crudas, achicoria, tomate. Ella sabe que debe cuidarse”
(Estela)
“Guiso y sopa casi todos los días” (Jazmín)
Entre las preparaciones nombradas con más frecuencia, se destacan el guiso, la sopa, “la
salsa”, “la milanesa”, “la empanada”.
“Busco el precio de la verdura. Detalla los precios: $50 el kilo de pan, $20 y $30 el fideo Tío
Nico en Montenegro, $45 el aceite de litro “900 cm” $248 el kilo de palomita, $75 el kilo de
pollo en el barrio, tres kilos de pierna por $154, $25 el kilo de menudo. -aclara que gasta dos
mil pesos por semana para mercadería, eso es lo que puede destinar-. Compro una pieza
entera de queso,- recuerda que la última vez pago $415-. Busco el mejor precio en el barrio.
Compro la verdura cuando pasa el verdulero en su camión, dos kilos de papa por $25, $20 el
kilo de zanahoria, $45 el kilo de pimiento, $25 el kilo de cebolla, cocina con gas en garrafa,
pago $315 la garrafa de 10 kilos. Cuando quedo sin gas cocina con leña. Pago $85 la bolsa,