ORGANIZACIONES DE MUJERES FEMINISTAS DE LA PLATA

Autora: Nerina Braconi (FPyCS-UNLP)

Organizaciones de mujeres feministas de La Plata

Se entiende por feminismos (1) a los diversos movimientos políticos y sociales existentes a lo largo de la historia que han pretendido desnaturalizar la visión de mundo que sostiene el patriarcado y que mantienen los discursos hegemónicos que sustentan la supremacía de lo masculino. Concebimos al patriarcado como una estructura sociocultural de dominio político, económico, moral, intelectual, social, cultural y sexual que, a través de diversas instituciones y organizaciones, reproduce, legitima y naturaliza prácticas y valores que sostienen la desigualdad entre mujeres y varones.

De esta manera, cada organización, agrupación o persona feminista en particular han intentado desarrollar, tanto desde la teoría como desde la práctica, una deconstrucción de los preceptos dominantes del patriarcado y, a su vez, impugnar los discursos dominante de mujeres para poder construir una sociedad diferente en que las mujeres y las relaciones entre estas y los varones no respondan a modelos estereotipados.

Cuando se habla de discursos hegemónicos sobre las mujeres se hace alusión a aquel que circula en el imaginario social que determina y naturaliza, por medio de las relaciones de poder que circulan en la sociedad, sus modos de ser y comportarse. Esta concepción de lo que significa ser mujeres, es algo construido histórica y socialmente e impregna todas las instancias de la vida de los seres humanos.

En este sentido, uno de los espacios en donde se sostienen estos discursos hegemónicos, y además se reproducen, son los medios de comunicación. Estos ayudan a conformar la identidad y subjetividad de mujeres y varones al reproducir estereotipos sociales que adjudican roles predeterminados para cada sexo.

En el libro Conceptos clave en comunicación y estudios culturales (1995), O´ Sullivan menciona que los estudios que se concentran en el aspecto hegemónico de la cultura se enfocan en las instituciones que son representativas de todos sin referencia aparente a la clase, la raza o el género. “Esas instituciones son el Estado, la justicia, el sistema educativo, los medios de comunicación social y la familia; instituciones que son prolíficas productoras de juicios, saberes y sentidos, agencias culturales cuya importancia está tanto en su función de organizadoras y productoras de conciencia individual y social como en sus funciones “estatuidas” más evidentes”. (2)

Entonces, podemos decir que las instituciones sociales son los lugares donde los discursos hegemónicos en relación a las mujeres se reproducen y legitiman. Así, los estereotipos como mujer-madre-ama de casa-pasiva-receptora son asignados por el patriarcado a través de los medios de comunicación, la familia, el sistema educativo y legislativo. A su vez, estos estereotipos se legitiman a través de conductas, roles y modos de ser que se espera sean cumplidos por estas.

En particular, los medios de comunicación son instituciones socializadoras en cuanto a los mandatos de género y la construcción y reproducción de los discursos hegemónicos, pero muchas veces, desde el sentido común construido, pareciera ser que las novelas, los programas de entretenimientos o informativos están desprovistos de opiniones persuasivas en este sentido. Sin embargo, los medios de comunicación actúan no sólo como productores sino también como difusores de ideología de manera inmediata (como en el caso de la televisión o la radio) o reflexiva (diarios, revistas, suplementos, entre otros).

Sin embargo, cabe aclarar que es incorrecto hablar de las instituciones sólo como reproductoras porque estaríamos vaciando el sentido de las mismas que son, a su vez, reproductoras de los discursos hegemónicos y productoras de discursos alternativos. En este caso analizaremos específicamente a los medios de comunicación masiva, quienes promueven estereotipos negativos sobre las mujeres.

En este contexto, el trabajo de investigación pretendió analizar los discursos sobre las mujeres de tres organizaciones feministas de La Plata- Las Azucenas, Malas como las Arañas y Pan y Rosas- para determinar si impugnan, legitiman o negocian el modelo tradicional y hegemónico de mujer y, a su vez, reconocer las diferentes estrategias de militancia que en definitiva construyen distintos feminismos.

Algunas consideraciones sobre las organizaciones de mujeres

La Casa de la Mujer Azucena Villaflor comenzó a funcionar en 1986, a partir de redes sociales, personales o heredadas de la militancia de los setenta que funcionaron como estructuras de movilización para la conformación de un grupo de estudio, cuyo objetivo era reflexionar sobre temas relacionados a las condiciones reales de subordinación de las mujeres. En una época de revalorización de derechos y libertades democráticas, el nombre pretendía englobar esas primeras preocupaciones de género y la defensa de los Derechos Humanos.

En la actualidad, son alrededor de quince mujeres y en su mayoría son profesionales de más de 40 años con tradición en la militancia política, pero también hay algunas estudiantes.

Por su parte, la agrupación de mujeres Pan y Rosas se formó a partir del Encuentro Nacional de Mujeres del 2003, en la ciudad de Rosario, con compañeras del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) y estudiantes y trabajadoras independientes, que participaron en aquella oportunidad.

En su discurso consideran que la lucha contra la opresión de las mujeres parte de la lucha anticapitalista y que, por eso, sólo la revolución social encabezada por millones de trabajadoras y trabajadores puede sentar las bases para lograr la emancipación de las mujeres que, a su entender, será consecuencia “natural” de un mundo sin diferencias de clase.

Son aproximadamente 50 mujeres jóvenes y sus encuentros son en relación a fechas prefijadas en alusión a “las mujeres trabajadoras” y en contextos particulares siempre coordinadas con las actividades del partido. A nivel nacional, funcionan en los lugares donde también lo hace el partido y su identidad feminista está determinada por la ideología marxista.

Finalmente, Malas como las Arañas se define como una “colectiva (3) lésbica feminista” y surgió luego de varias charlas informales acerca de la opresión de las mujeres y de cuestionarse acerca de su propia identidad lésbica, por lo que decidieron plasmar sus inquietudes e ideas a través de algunos folletos para hacerse visibles en el 1º Encuentro de Mujeres Lesbianas en Rosario en mayo del año 2008.

Actualmente, la colectiva está conformada por cuatro mujeres, pero realizan determinados trabajos en forma conjunta con la Colectiva Feminista “las furiosas” de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (4). Se definen como “no institucionalizadas”, autogestionadas y disidentes de la norma heterosexual. Asimismo, se reconocen feministas porque entienden que, como mujeres, viven en una sociedad patriarcal y capitalista que no las deja decidir sobre sus cuerpos, delimitando lo que deben desear: desde las cosas materiales hasta de quién enamorarse o con quién tener sexo. En consecuencia, consideran al lesbianismo como una opción política estratégica para huir del patriarcado y de la norma heterosexual.

A priori, las proclamas comunes de las tres organizaciones de mujeres consisten en el rechazo de toda violencia dirigida hacia la mujer; el derecho de estas a elegir y explorar su sexualidad; a tener iguales posibilidades y oportunidades que los hombres en todos los ámbitos de la vida; y principalmente el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, promoviendo la maternidad como una elección y exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Estos preceptos impugnan el modelo hegemónico sobre las mujeres porque rompe con los discursos tradicionales de estas en tanto madres dedicadas enteramente al ámbito doméstico y siendo objeto del deseo de los varones en el plano sexual.

Sin embargo, Pan y Rosas proclama que luego de la destrucción del capitalismo como sistema económico y político -por medio de la revolución del proletariado- será posible un cambio en la estructura ideológica. Es decir, sólo después de la revolución social será posible pensar en la emancipación de las mujeres. Este precepto de Pan y Rosas se debe a que la mayoría de las militantes pertenecen al Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) cuya ideología marxista atraviesa toda la militancia política de las diferentes agrupaciones del partido. Es en este sentido, en el que Pan y Rosas negociaría el modelo tradicional de las mujeres en el plano político porque la función de las mujeres quedaría relegada a acompañar a los obreros en su lucha por la emancipación de la Humanidad de la explotación capitalista.

Por otra parte, el conocimiento del discurso de estas organizaciones permitió reconocer las diferentes estrategias de militancia que en definitiva construyen distintos feminismos. En este sentido, la doble militancia de Las Azucenas (5) orientada a atender problemáticas relacionadas a las mujeres y temáticas relacionadas a los Derechos Humanos, las emparentan con la militancia feminista de las sufragistas de Estados Unidos del siglo XIX que también tenían una doble militancia porque activaban para luchar por obtener el derecho al voto de las mujeres y, además, reclamaban por abolir la esclavitud. Es decir, las militantes de ambas organizaciones tenían interés no sólo por las reivindicaciones feministas sino por temáticas propias de sus contextos sociales particulares.

Las integrantes de Malas como las Arañas se inclinan por la lectura de las lesbianas feministas de los años ´70 donde, según ellas, surge la teoría de la existencia de las lesbianas y de la crítica a la heterosexualidad obligatoria. Entonces, podríamos entroncar las ideas de esta colectiva lésbica feminista con los preceptos del Nuevo feminismo desarrollado a mediados del siglo XX en los que reivindican el derecho al placer sexual por parte de las mujeres y su derecho a la libre elección sexual.

Por su parte, Pan y Rosas sintetiza las reivindicaciones principalmente de clase, pero también de las mujeres reafirmando su orientación ideológica y emparentándose con el feminismo de las mujeres anarquista de principios del siglo XX. Estas, al igual que las militantes de Pan y Rosas, objetaron el apelativo de feministas porque lo consideraban una denominación burguesa por lo que se autodefinieron como mujeres trabajadoras.

Enfoque metodológico

Rosana Guber en el Salvaje Metropolitano cita a Bourdieu (1975) y Batallan (1983), quienes sostienen que el conocimiento se lleva a cabo a través de la organización cognitiva propia del sujeto que responde a cierta anticipación o conceptualización -teórica- de aquello que se desea conocer. Sin embargo, la autora dice que no basta con replicar la empírica tal como se nos presenta, ni basta con enunciar cuerpos teóricos para avanzar en el conocimiento social porque “la aplicación maniquea de enunciados teóricos al referente empírico conduce a una forma de sociocentrismo. (…) La teoría se va transformando en una cuestión partidista” (6).

Guber propone que el investigador tenga una activa intervención teórica en la producción del conocimiento y la explicación de lo social. Es así que para explicar fenómenos sociales, el investigador parte de algún paradigma teórico que es compartido con otras ciencias sociales. Ahora bien, un paradigma guarda una correspondencia con lo real que no es directa, sino que requiere de sucesivas mediaciones en las que se manifieste el mundo de los actores por lo que el investigador debe dialogar con su modelo teórico.

Siguiendo estos criterios y sin pretensión de obtener generalizaciones, sino más bien con la intención de dar cuenta de las particularidades de los discursos de Pan y Rosas, Las Azucenas y Malas como las arañas es que escogimos la metodología cualitativa. “en los métodos cualitativos se actúan sobre contextos “reales” y el observador procura acceder a las estructuras de significados propias de esos contextos mediante su participación en los mismos”. (7).

Algunas de las técnicas de los métodos cualitativos son la entrevista estructurada, semiestructurada y abierta. La primera se utiliza para encuestas cuantitativas mientras que la entrevista abierta se utiliza para estudios exploratorios, donde las categorías de análisis surgen de las entrevistas. Por esto, se optó por la utilización de la entrevista semiestructurada ya que permite que la investigadora vaya con sus propias categorías de análisis pero, a su vez, estas categorías no son cerradas sino que están abiertas a la exploración puesto que pueden aparecer nuevos conceptos y, de esta manera, se logra que las entrevistadas no estructuren sus respuestas.

Descripción del trabajo de campo y datos obtenidos

En un primer momento, se decidió entrevistar de manera individual a cada una de las miembros de las diferentes organizaciones de mujeres porque no concierne al trabajo de investigación ver las interrelaciones entre ellas, ni sus discusiones al interior del grupo.

Sin embargo, las integrantes de Malas como las Arañas se negaron a ser entrevistadas de manera individual porque consideran que entre ellas no hay jerarquías y no hay una o dos integrantes que sean voceras de la colectiva sino que, aun existiendo discusiones, todas ellas conforman una sola voz o son portavoces del mismo discurso de la colectiva. Por este motivo, sólo esta colectiva fue entrevistada de manera grupal. En tanto, se entrevistó de manera individual a tres miembros de Pan y Rosas y, al no obtener nuevos conceptos ni categorías de análisis, se dio por finalizada las entrevistas. Por otra parte, se entrevistó a una integrante de Las Azucenas ya que el resto no accedió porque, según argumentaron, carecían de tiempo.

Las entrevistas realizadas giraron en torno a los siguientes ejes:

1. Caracterización de las mujeres.

2. Acción política de la colectiva o agrupación.

Asimismo, de estos ejes se desprenden algunas categorías analíticas que guiaron las entrevistas. Las preguntas fueron directas aunque otras, de tipo personal, se hicieron de manera indirecta. Cabe aclarar, que las entrevistas, por ser semiestructuradas, estuvieron abiertas a la emergencia de otros temas o problemáticas, como por ejemplo, los conflictos obreros.

Las categorías analíticas que se desprenden del primer eje son:

En cuanto a la categoría mujer-política, los discursos hegemónicos de algunos de los filósofos clásicos como Platón, Aristóteles y Rousseau, quienes sentaron varias de las bases de la política moderna, limitaron el rol de las mujeres como reproductoras de la especie y relegadas a la familia y al espacio privado mientras a los varones se les encomendó la participación activa en el espacio público siendo los encargados de hacer política.

A lo largo del tiempo, como vimos en la historia de los Feminismos, las mujeres dieron batalla a estas ideas y cambiaron algunas de estas condiciones. Sin embargo, muchos de los criterios de estos pensadores persisten en nuestro tiempo.

Así, el modo de hacer política de Malas como las Arañas y Las Azucenas es similar en cuanto que ambas organizaciones, además de tener autonomía política y económica, tienen un funcionamiento horizontal, democrático y, en el caso de Las Azucenas, los roles están determinados por las características personales de cada una de sus miembros. En este sentido, podríamos decir que esta modalidad organizativa impugna el modelo tradicional de las mujeres en la política porque tienen su propia forma de organizarse y su militancia política es entre mujeres.

Por su parte, las integrantes de Pan y Rosas aseguran que su funcionamiento es democrático y las decisiones pasarían por todas las miembros. Sin embargo, esta agrupación se financia con aportes del PTS y muchas de sus políticas tienen que ver con la ideología marxista del Partido.

Claudia Añazco San Martín, integrante de Pan y Rosas, reflexionó en una entrevista realizada el 4 de septiembre de 2009 acerca de la participación de las mujeres en la esfera publica: “ (…) …hay una frase que dice que “las mujeres irrumpen cuando la historia pierde los hilos de continuidad” y eso es cierto porque (…) las mujeres irrumpen en la vida política, pero luego vuelve a su vida cotidiana y es difícil que se organice políticamente” y agregó que “(las mujeres) son muchas veces factor de presión contra el varón trabajador que se quiere organizar.” (8).

Entonces, el fin de organizar mujeres quedaría teñido por su fin último que es la utilización de éstas para “acompañar” a sus esposos en la lucha obrera.

En este sentido, el discurso de Pan y Rosas es diferente al de las colectivas feministas ya que negocian e interactúan intereses de la agrupación con los del partido y, además, negocian estrategias con sus compañeros varones del PTS. En cambio, para Malas como las arañas y Las Azucenas las mujeres necesitan empoderarse de la palabra y entienden que deben militar tanto en el espacio público como en el espacio privado.

En una entrevista realizada el 31 de agosto de 2009, las integrantes de Malas como las Arañas consideran que la militancia política de las mujeres va unida a la cotidianidad que comparten con sus compañeras de lucha y que genera lazos de afectividad, solidaridad y contención. Para las entrevistadas, la relación con otras mujeres es definida como un lazo político de empoderarse entre ellas y las relaciones entre las integrantes no sólo es política sino también de amistad o noviazgo.

Esta colectiva, a diferencia de Las Azucenas y Pan y Rosas, se encuentra en la militancia política como una forma de activar y reconocerse compartiendo lo que las afecta a diario y desarrollando actividades y producciones teóricas.

En tanto Yamila Balbuena (31 años), integrante de Las Azucenas desde 1993, aseguró que la elección de Cristina Fernández como Presidenta de la Nación, no significa que se den cambios a favor de la reivindicación de los derechos de las mujeres porque “(…)… el hecho de ser mujer no la hace ser feminista.” (9).

La categoría analítica Mujer-trabajo revela algunas diferencias entre las colectivas y la agrupación estudiada. Sabemos que, según estudios estadísticos al respecto, las mujeres se encuentran en desventajas en relación a los varones quienes perciben un mayor salario que estas por desarrollar la misma tarea. Además, las mujeres cargan con una doble jornada, el trabajo en el ámbito doméstico y como asalariadas. Estas realidades son compartidas por las tres organizaciones de mujeres, pero se diferencian en algunos aspectos.

Pan y Rosas orienta su lucha en relación a reivindicar los derechos de las mujeres trabajadoras. Así, las demandas por aumentos salariales o derechos laborales priman sobre los derechos de las mujeres en general. Se autodenominan “mujeres trabajadoras” para diferenciarse de otras mujeres sin tener en cuenta que la opresión del patriarcado afecta a este colectivo social, sin importar la clase a la cual se pertenezca.

En cambio, Las Azucenas y Malas como las arañas reconocen la doble opresión de las mujeres, pero aseguran que es producto del patriarcado y no sólo del sistema capitalista. Experiencias anteriores demuestran que, aún derrotado este sistema, las desigualdades entre mujeres y varones persisten en el ámbito doméstico y laboral. Entonces, podríamos decir que estas colectivas impugnarían el discurso sobre la mujer al centrar su lucha en contra del patriarcado y no exclusivamente en el capitalismo.

En tanto, se considera que los medios de comunicación son reproductores de discursos hegemónicos sobre las mujeres tales como ser madres, esposas sumisas, bellas y que su sexualidad esté a disposición de los deseos masculinos.

Las entrevistadas de las tres organizaciones son conscientes que, desde los medios de comunicación, se promueve la imagen de un modelo de mujer bella, delgada, madre y heterosexual que se trasladan en parámetros extensibles a todas las mujeres. Sin embargo, desde Pan y Rosas insistieron en que la clase a la que pertenecen las mujeres es determinante para llegar a este “ideal”. Entonces, esta agrupación tiene un discurso doble. Por un lado, impugna los estereotipos hegemónicos acerca de las mujeres, pero, por otro lado, desvirtúa las causas de esto y los remite sólo como un problema clasista.

Por otra parte, Malas como las Arañas hablan de una “estética opresiva para las mujeres” encubierta por los modelos de belleza y éxito fomentada por los medios de comunicación masiva. “…es el modelo a seguir no sólo corporal sino de estilo de vida (…) una mujer heterosexual, madre, flaca y clase media burguesa”. (10)

Para Las Azucenas, es injusto que las mujeres tengan que padecer la violencia simbólica de los medios de comunicación cuando la tratan de superficial, histérica y hormonalmente inestable. Lo ideal sería un cambio que de lugar a una sociedad sin roles impuestos donde los seres humanos puedan construir sus proyectos de vida sin condicionamientos. Discursivamente apuntan a interpelar a las mujeres desde la desnaturalización de lo que promueven los medios de comunicación masiva en relación a las mujeres.

El uso de la categoría Mujer-madre tiene varias aristas entre las militantes de las colectivas y de la agrupación. Los discursos hegemónicos hablan de que para ser mujer es necesario ser madre. No se tolera la libre elección de las mujeres en relación a si decide o no ser madre y, menos aun, si ni siquiera lo tienen como objetivo de vida. Por ejemplo, la Iglesia Católica considera que hay vida desde el momento de la concepción por lo que los métodos anticonceptivos y el aborto estarían prohibidos para esta institución.

En este sentido, las tres organizaciones de mujeres impugnan estos discursos hegemónicos pues consideran que las mujeres tienen derecho a decidir si quieren o no ser madres, en qué momento de su vida y con quién. Asimismo, Las Azucenas, Pan y Rosas y Malas como las arañas destacan la libre elección de las mujeres sobre sus propios cuerpos como un derecho inherente a la condición humana. Por esto, luchan por el aborto legal, seguro y gratuito para fomentar el derecho a elegir y para evitar que las mujeres sigan muriendo en los abortos clandestinos.

Pan y Rosas, agrega a la problemática de la ilegalidad del aborto, la cuestión de clase porque argumenta que una mujer pobre tiene más posibilidades de morir en un aborto clandestino sin las condiciones mínimas de asepsia que una mujer de clase media o alta. En cambio, Balbuena asegura que la ilegalidad de esta práctica afecta a todas las mujeres por igual: “una joven de clase media o media alta puede correr riesgo al intentar ocultar el aborto a su familia y a su círculo íntimo” (11).

La categoría Mujer-ama de casa resulta esencial en el discurso androcéntrico y patriarcal predominante ya que refleja la división sexual del trabajo tanto en el ámbito doméstico como en el ámbito público. De acuerdo con esto, las mujeres son definidas por los Discursos hegemónicos, tanto religiosos como filosóficos, a partir de la vida doméstica: mujer-madre-esposa sumisa-ama de casa mientras que los varones son definidos a partir de la vida pública: varón-proveedor. En tanto, los discursos hegemónicos científicos, a saber el psicoanálisis con su mayor exponente Freud, atribuían esta situación de desigualdad social a las características genitales de las mujeres.

Esta división de las tareas es desproporcional si tenemos en cuenta que, pese a que las mujeres sean trabajadoras asalariadas, al llegar a su casa deben ocuparse de los quehaceres domésticos. Esto está naturalizado en la sociedad, sin embargo, lejos está de ser natural el hecho de que sólo las tareas domésticas sean responsabilidad absoluta de las mujeres.

Las Azucenas y Malas como las arañas, en tanto actores feministas, pretenden socavar tal naturalización argumentando que es una construcción cultural e histórica y, como tal, no es obra de la naturaleza y, por consiguiente, puede variar. En consecuencia, la impugnación de este modelo hegemónico de mujeres dedicadas “naturalmente” a los quehaceres domésticos estaría dada por la interpelación a partir de la visión de que los roles Mujeres-domésticas y de Varones-públicos son construcciones culturales y de ninguna manera naturales. De esta manera, se presenta como alternativa una imagen de mujeres capaces de elegir un estilo de vida y los roles que desean desarrollar.

En Pan y Rosas, en cambio, las militantes impugnan el modelo hegemónico ya que cuestionan los preceptos de una sociedad patriarcal, pero también capitalista. El hecho de que las mujeres sean exclusivamente las encargadas de los quehaceres domésticos se cuestiona a partir de la vinculación de la denuncia de la opresión de las mujeres con el marxismo que denuncia la explotación capitalista, lo cual implica una concepción de esta demanda feminista como inseparable de la revolución social.

En relación a esto, Mariano Enguita (1986) hace un análisis de la teoría marxista en cuanto a la situación de desigualdad de mujeres y varones. Así, reconoció que el trabajo doméstico constituye hoy más de la mitad del trabajo total y, en consecuencia, más de la mitad de la economía en una sociedad desarrollada. El autor asegura que, en la Teoría Marxista, el hogar, las relaciones de parentesco, la familia, la esfera doméstica, se verían relegados al limbo de las “superestructura”, de lo que sólo existe como epifenómeno de las relaciones de producción. En consecuencia, también fueron relegados las relaciones de género, las desigualdades de género y sus principales afectadas, las mujeres, que desde entonces fueron condenadas a esperar las secuelas de la “aurora del gran día” (12).

Enguita comentó que el reduccionismo de Marx se manifestó cruelmente con otros tipos de desigualdades como las que afectan a las mujeres y asegura que el marxismo carece de instrumentos teóricos o conceptuales para abordar la problemática de estos grupos. Así, se hace notar que las amas de casa llevan una vida penosa por lo que decenas de autores marxistas culpan al capital de explotar indirectamente a las mujeres y cómo, desde luego, no es responsable de ello el obrero varón. “Si las mujeres son discriminadas en el mercado de trabajo, será porque el capital está interesado en dividir a la clase obrera (contra la evidencia, por cierto, de que los obreros varones fueron los más activos en reclamar la vuelta de las mujeres al hogar)”. (13)

El segundo eje tiene que ver con la Acción política. Las categorías analíticas que se desprenden son:

La categoría analítica Intervención en el espacio social ayudó a configurar cuáles son las estrategias y métodos utilizados por las colectivas y la agrupación estudiadas para hacerse visibles en la sociedad.

Las tres organizaciones de mujeres intervienen en el espacio público con diferentes soportes comunicacionales y acciones callejeras. Por su parte, Las Azucenas se diferencian de las demás porque ejercen presión al Estado para que se promulguen ciertas leyes o se cumplan las existentes en relación a los derechos de las mujeres, como por ejemplo los casos de abortos no punibles estipulados por el Código Penal.

Por otra parte, Malas como las arañas se diferencian de las demás porque intervienen en el espacio público a través de su propio cuerpo, como por ejemplo cortándose el pelo y usando ropa que el mercado destina a los varones para visibilizarse como lesbianas. En este sentido, impugna el discurso hegemónico de la Iglesia Católica pues esta institución no aprueba las relaciones entre personas del mismo sexo y esto provoca una reacción del patriarcado. “las lesbiana tocan la raíz ya que inhabilitas el poder del hombre porque no lo necesitas en tu vida” (14).

Finalmente, en los Encuentros Nacionales confluyen miles de mujeres anualmente para discutir sobre su situación particular y colectiva en la sociedad. Pan y Rosas interviene en cada taller pidiendo que se realice una votación para delimitar líneas de acción política y determinar un plan de lucha. Esto no es compartido por Las Azucenas y Malas como las arañas que ven a los Encuentros Nacionales de Mujeres como espacios en los que miles de mujeres se juntan para dialogar e intercambiar experiencias sobre la opresión que sufren en los diferentes ámbitos de la vida y no para hacer de estos espacios cuestiones partidarias.

La categoría Militancia feminista intentó articular la militancia de las organizaciones de mujeres a estudiar con las agrupaciones feministas antecesoras, cuyas ideas y acciones se desarrollaron en el capitulo de Feminismos.

Como dijimos anteriormente la ideología de Pan y Rosas opera de manera tal que construye un discurso de oposición basado en la idea de la revolución social y el socialismo como fin último y en un segundo plano la liberación de las mujeres a partir de la emancipación de la clase obrera, ya que consideran al capitalismo como un sistema basado en la explotación de hombres, mujeres y niños, de pueblos enteros y que, particularmente, le ha dado al patriarcado inmejorables condiciones no solo para existir sino para fortalecerse oprimiendo a millones de mujeres en todo el mundo. Es así que su militancia feminista es similar a la de las anarquistas de fines del siglo XIX ya que tienen una visión clasista de la sociedad.

Asimismo, las integrantes de Pan y Rosas se reivindican marxistas y no feministas porque culpan a estas de “antihombres” y de no ser conscientes de que la verdadera explotación de las mujeres es producto del sistema capitalista. “Las feministas no me gustan porque es lo mismo que los hombres machistas”. (15) En su ortodoxia marxista, no reflexionan acerca de los orígenes de la opresión de las mujeres y, tal vez sin quererlo, dejan de lado el análisis del patriarcado.

Sin embargo, considerar que todas las feministas son anti varones, es una estrategia del patriarcado para desarmar el movimiento de mujeres y enfrentar sectores que podrían unir sus fuerzas y pelear por las reivindicaciones feministas. Para Malas como las arañas “las feministas estamos estigmatizadas ya que se dice que somos todas lesbianas y por eso anti hombres, pero esta es una estrategia del patriarcado para invisibilizar el reclamo de las feministas y es que las mujeres son eternamente oprimidas por el patriarcado” (15).

En cambio, para Las Azucenas y Malas como las arañas, las mujeres que militan en el feminismo lejos están de “odiar a los varones” sino que pretenden, a través de su militancia y su práctica diaria en el ámbito público y privado, cuestionar los preceptos del sistema patriarcal. “El feminismo se milita diariamente; no es un saco que lo dejás cuando llegás a tu casa y esto es una práctica diferenciadora de otras militancias políticas”. (16).

Por otro lado, la militancia feminista de Malas como las arañas se construye a partir de visibilizar la sexualidad lésbica y teorizar sobre el cuerpo de las lesbianas porque, según estas militantes, las lesbianas son invisibilizadas aún por las mismas feministas. Esta idea de que la cuestión de las mujeres lesbianas no es tenida en cuenta por el movimiento de mujeres se traduce en los Encuentro Nacionales de Mujeres, donde algunas militantes de los partidos de izquierdas e, incluso, feministas ni siquiera aluden a la temática. En este sentido, la diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la Coalición Cívica, Diana Maffia, dice al respecto: “…la cuestión de las mujeres lesbianas es una cuestión de todas las mujeres sean, por su orientación sexual, lesbianas o no” (17).

Las Azucenas, por su parte, se autodenominan feministas, pero se diferencian de otras militantes en que consideran importante informar a la sociedad acerca de las diversas problemáticas de las mujeres; es decir que su práctica se aboca a concientizar a la población acerca de la situación de desigualdad en que viven las mujeres. En este sentido, según ellas, se diferencian de las feministas más jóvenes (como Malas como las arañas) en que son menos disruptivas en el espacio público.

La relación clase/género tiene diferentes connotaciones para las organizaciones. Como dijimos, en Pan y Rosas, el discurso clasista acerca de la situación de las mujeres invade las políticas estratégicas de la agrupación e impide una cierta autonomía en la resolución concreta de los problemas de las mujeres.

Este discurso marxista, se desarrolla a lo largo de las tres entrevistas realizadas a las integrantes de Pan y Rosas, quienes insistieron, una y otra vez, que si las mujeres querían emanciparse, primero debían colaborar con la clase social más oprimida del sistema capitalista: el sector obrero. Sin embargo, Marx y la corriente principal del marxismo directamente ignoraron el ámbito doméstico y la lucha por la emancipación de las mujeres. La convicción de Marx de que cualquier otra forma de explotación “sólo podría ser eliminada una vez que hubiera desaparecido la explotación del proletariado; es decir, que todos lo demás debían esperar” (19).

Las tres integrantes de Pan y Rosas reconocen que las mujeres son el sector más oprimido en la sociedad, pero, al mismo tiempo, consideran que no son los mismos recursos materiales que pueden acceder las mujeres de clase media o alta que los que acceden las mujeres pobres. Sin embargo, esta división de las mujeres según la clase a la que pertenezcan condiciona la solidaridad entre ellas y genera divisiones a la hora de decidir cómo acabar con las desigualdades y opresiones existentes.

Por su parte, para Las Azucenas y Malas como las arañas las mujeres son un sector interclasista oprimidas por igual por el patriarcado. Por ejemplo, según las integrantes de estas colectivas, la ilegalidad del aborto afecta por igual a todas las mujeres porque las obliga a tomar decisiones sin independencia y sin soberanía sobre sus cuerpos. Sólo las integrantes de Pan y Rosas coincidieron que la ilegalidad del aborto afecta más a las mujeres pobres porque son las que se mueren en los abortos clandestinos.

Por otro lado, la categoría sexo/género sirvió para analizar las concepciones en relación al sexo y la sexualidad de las organizaciones de mujeres. En este sentido, la sexualidad de las mujeres estuvo históricamente relegada al placer de los varones y a cumplir una función reproductiva.

Malas como las arañas, como se mencionó anteriormente, promueven un feminismo lésbico y el cuestionamiento a la heteronorma impuesta a las mujeres que disciplina su sexualidad y sus cuerpos. “Al pensar al lesbianismo como una opción política revolucionaria, las mujeres lograríamos que los varones perdieran el fundamento de su poder sustentado en los servicios domésticos, sexuales, reproductivos económicos y emocionales no remunerativos. (…) Las lesbianas, al elegir a otras mujeres como depositarias de nuestras energías, desafiamos la norma heterosexual, cuyos mayores beneficiarios son los varones, lo que pone en entredicho la supremacía y opresión masculinas. El feminismo lesbiano transforma lo que históricamente se consideró una práctica sexual, en una práctica política, y así desafía y denuncia a la institución política de la heterosexualidad como espacio de control político sobre las mujeres” (20).

Malas como las arañas proponen como estrategia política que todas las mujeres desarrollen una sexualidad lésbica para que, mediante la exploración de sus cuerpos, reconozcan el placer sexual que históricamente se les ha negado. La colectiva considera que la heterosexualidad no es un hecho natural pues es normativa de la sexualidad de los seres humanos. Además, consideran que la heterosexualidad obligatoria es una política opresora por lo que promueven la libre elección sexual de las mujeres. Pero, con esta premisa dejarían fuera a todas aquellas que luchan, individual o colectivamente, contra las desigualdades políticas, económicas, sociales y sexuales promovidas por el patriarcado y, además, las prácticas lésbicas no constituyen una práctica liberadora sólo por aspirar a serlo ya que, en ocasiones, se repiten en las relaciones entre personas del mismo sexo conductas opresivas similares a las que tiene las parejas heterosexuales.

Sin embargo, cabe destacar que resulta enriquecedor que una colectiva visibilice el feminismo lesbiano y la homosexualidad femenina como opción sexual donde las mujeres se convierten en protagonistas de su placer en disidencia al discurso religioso que impone la heterosexualidad obligatoria y prácticas sexuales con fines reproductivistas y orientadas hacia el placer masculino.

Por último, el Funcionamiento dentro de los partidos políticos permitió reconocer los modos de organización de Pan y Rosas y las diferencias existentes con Las Azucenas y Malas como las arañas que se autoproclaman autónomas de cualquier partido.

Pan y Rosas está dentro del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) por lo que sus metodologías y estrategias están condicionadas por los intereses del partido. Como mencionamos anteriormente, esto perjudica la concreción de políticas dedicadas a las mujeres porque no tiene autonomía económica, ni mucho menos políticas. Balbuena percibió esta dinámica de las agrupaciones de mujeres dentro de los partidos de izquierda por lo que comentó: “…no es lo mismo un grupo autónomo de mujeres que una agrupación mixta al momento de cerrar los acuerdos” (21).

Malas como las arañas coinciden con Las Azucenas en que, a diferencia de los partidos políticos, “nosotras no tenemos la intención de representar a nadie porque creemos que todas las mujeres deberían activar y no descansar cómodamente en la militancia de otras” (22). Además, aseguraron que no sólo comparten lazos políticos sino también de amistad o afectividad.

Algunas consideraciones finales

Las tres organizaciones de mujeres intervienen activamente en el espacio social a través de diferentes soportes comunicacionales y acciones callejeras. Sólo Malas como las arañas realizan una intervención en su cuerpo como manera de visibilizarse como lesbianas, lo que resulta novedoso desde el punto de vista de la política tradicional.

A su ves, Las Azucenas y Malas como las arañas se reivindican feministas y sus sujetas políticas son las mujeres puesto que sus prácticas están orientadas, en el caso de las primeras, a luchar por los derechos de las mujeres y, en el caso de la segunda colectiva, a pensar al lesbianismo como una opción política revolucionaria y visibilizar que la sexualidad de las mujeres no se agota en la heterosexualidad obligatoria.

En cambio, para Pan y Rosas el sujeto político es la clase obrera que encabezará la revolución social para finalizar las desigualdades sociales. Tienen un discurso marxistas por lo que se alejan de las feministas en cuanto métodos y estrategias a seguir para llevar adelante su programa de lucha.

Discursivamente, las proclamas de las tres organizaciones de mujeres consisten en el rechazo de toda violencia dirigida hacia la mujer; el derecho de estas a elegir y explorar su sexualidad; a tener iguales posibilidades y oportunidades que los varones en todos los ámbitos de la vida; y principalmente el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, promoviendo la maternidad como una elección y exigiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

Estas proclamas impugnan el modelo tradicional y hegemónico de las mujeres ya que rompe con los estereotipos sociales adjudicados históricamente a este colectivo humano tales como: mujer-madre, mujer-ama de casa, mujer-pasiva-receptora, mujer-política. Este último precepto, es impugnado con el sólo hecho de que las mujeres de las diferentes organizaciones estudiadas intervengan en el espacio público y se empoderen de la palabra para nombrarse y reflexionar acerca de las problemáticas históricas y diarias con las que se enfrentan las mujeres.

Tal vez, Pan y Rosas sea la agrupación que negocie el sentido del estereotipo tradicional sobre mujer-política ya que la mayoría de las militantes pertenecen al PTS y, como reflexionamos anteriormente, muchos de los resabios de la política tradicional se repiten en los partidos de izquierda, como por ejemplo relegar a las mujeres a tareas sin importancia mientras que la toma de decisiones pasa por los varones o bien que cumplan la función de meras acompañantes en los procesos políticos.

Las colectivas y la agrupación construyen una posibilidad de cambio en la sociedad, pero llevado a cabo de distinta manera. Si bien las tres organizaciones coinciden en que las diferencias y desigualdades entre mujeres y varones no son naturales sino culturales, creen que es posible la transformación de la posición de las mujeres en la sociedad actual hacia una sociedad sin desigualdad ni jerarquías. Para Las Azucenas y Malas como las arañas el cambio es más que nada sociocultural, no implica necesariamente un cambio estructural. En cambio, para Pan y Rosas es necesario un cambio radical del sistema económico-político mediante una “revolución proletaria” y esta situación, a su vez, dará lugar a una sociedad sin opresiones de ningún tipo.

Para esta agrupación, en la sociedad posterior a la revolución proletaria, las mujeres no serían explotadas sino libres de disponer de sus vidas. Así, la emancipación de las mujeres será posterior a la destrucción de las bases materiales-económicas del mismo y el nuevo modelo de producción genere una nueva superestructura político-ideológica.

Entonces, la militancia política que predican les sirve para expresar su intención de transformar radicalmente el orden establecido y para diferenciarse de la militancia feminista de Las Azucenas y Malas como las arañas porque para esta agrupación, los movimientos feministas toman aspectos parciales de la problemática de las mujeres.

Sin embargo, pese a la activa militancia que tienen las tres organizaciones de mujeres sólo han logrado instalar ciertos temas como la no violencia hacia la mujer o el derecho a un aborto legal, seguro y gratuito. Pero a su vez, esto tiene alcance en ámbitos académicos o en la militancia local porque los medios de comunicación masiva desvirtúan estos reclamos y reproducen discursos tradicionales y hegemónicos sobre las mujeres; es decir aquellos que relegan a estas al ámbito doméstico y al servicio de su familia, que sirve como objeto sexual, decorativo y de entretenimiento para los varones.

Por otro lado, la categoría de género sirvió a este trabajo para entender que la opresión de las mujeres no es algo justificado en la biología sino que se trata de una construcción cultural y social. Sin embargo, las militantes de las organizaciones estudiadas, como así también algunas feministas, cuestionan el uso de esta categoría para referirse a las problemáticas sociales en torno a las mujeres porque consideran que, desde los medios de comunicación masiva o desde algunas reparticiones públicas, se utiliza este concepto para nombrar estas problemáticas lo que, en definitiva, termina invisibilizando a las mujeres.

Para finalizar, las tres organizaciones de mujeres son conscientes de la desigualdad y opresión que sufren las mujeres y, si bien Malas como las arañas y Las Azucenas identifican que esto es consecuencia de una sociedad patriarcal y luchan contra esto, Pan y Rosas pese a su oratoria marxista, también contribuye a luchar contra la opresión de las mujeres al intervenir en el espacio público. Es, en definitiva, la intervención activa en el espacio social por parte de estas organizaciones y, en consecuencia, la visibilización de sus reclamos lo que permite que la sociedad tenga conocimiento de las problemáticas en torno a la opresión de las mujeres.

Notas:


(1) Denomino “Los Feminismos” porque no existe una sola corriente histórica, política, social e ideológica feminista que permita una unicidad de conceptos. Así, el término pretende englobar todas las aspiraciones y luchas feministas que han surgido a lo largo de la historia en diversas coyunturas sociales lo que ha permitido que se desarrollen diferentes vertientes tanto teóricas, filosóficas, psicológicas, económicas y comunicacionales, entre otras.
(2) O´ Sullivan, Tim; Hartley, John; Saunders, Danny; Montgomery, Martin; Fiske, John. “Conceptos clave en comunicación y estudios culturales”. Routledge, Londres, 1995, p. 173.
(3) Al igual que Las Azucenas, se denominan colectiva y no agrupación porque no tiene una estructura partidaria ya que son una organización horizontal que define su propia metodología de trabajo y, a su vez, puede ir modificándola de acuerdo a sus discusiones. En cambio, el término agrupación necesariamente implica una estructura orgánica con un referente y un cierto número de militantes.
(4) Cabe aclarar que, luego de discutir acerca del uso de la categoría género para nombrarse y de transitar por los feminismos, las integrantes de esta agrupación, dejaron de autodenominarse como Comisión de Género de Humanidades porque llegaron a la conclusión que el nombre Colectiva Feministas “las furiosas” resultaba más acorde a su militancia política.
En este sentido, en el artículo “De Comisión de Género a Colectiva Feminista” que salió publicado en la edición número 3 de la revista “de- generando”, las militantes explicaban que: “Esta historia de la comisión reafirmó el espacio como propio de mujeres y nos afianzó en delinear políticas para nosotras, evitando hablar en voz de los y las otras (transgénero, transexual, gays, travestís, varones heterosexuales) sin ser impedimento para la coordinación y el diálogo con estos grupos”. (Octubre de 2009).
(5) En la actualidad, las militantes de Las Azucenas actúan, por un lado, en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y, por otro lado, participan en la organización de las actividades para reclamar por la desaparición de Julio López en septiembre de 2006.
(6) Guber, Rosana. “III. El Enfoque Antropológico: Señas particulares. En “El salvaje metropolitano” Ed. Legasa, Bs. As., 1991, p. 69 y 70.
(7) Vasilachis de Gialdino, Irene. Métodos Cualitativos I. Los problemas teórico-epistemológicos. Tesis Nº 6: “Los métodos cualitativos suponen y realizan los postulados del paradigma interpretativo”. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1992, p. 57.
(8) Entrevista realizada el 4 de septiembre de 2009 a Claudia Añazco San Martín (31 años), integrante de Pan y Rosas desde su conformación y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) desde el 2001.
(9) Entrevista realizada el 31 de agosto de 2009 a Lariza Hatrick (28 años); Ileana Dell Unti (23 años) y Fernanda Ortega Passalaqua (25 años), integrantes de Malas como las Arañas desde su conformación.
(10) Entrevista realizada el 1 de septiembre de 2009 a Yamila Balbuena (31 años), integrante de Las Azucenas desde 1993.
(11) Ídem.
(12) Enguita, Mariano F. “Marxismo y sociología de la educación”. Capitulo 2: “El marxismo y las relaciones de género”. Madrid, Akal. 1986, p. 39.
(13) Ídem, p. 44.
(14) Entrevista realizada el 31 de agosto de 2009 a Lariza Hatrick (28 años); Ileana Dell Unti (23 años) y Fernanda Ortega Passalaqua (25 años), integrantes de Malas como las Arañas desde su conformación.
(15) Entrevista el 11 de septiembre de 2009 a María Lorena Alcántara (32 años) integrante del Partido de Trabajadores Socialistas y en Pan y Rosas desde 2008, luego del conflicto obrero de la fábrica textil Maffisa en la que trabajaba su esposo.
(15) Entrevista realizada el 31 de agosto de 2009 a Lariza Hatrick (28 años); Ileana Dell Unti (23 años) y Fernanda Ortega Passalaqua (25 años), integrantes de Malas como las Arañas desde su conformación.
(16) Entrevista realizada el 1 de septiembre de 2009 a Yamila Balbuena (31 años), integrante de Las Azucenas desde 1993.
(17) Entrevista realizada el 29 de abril de 2009 a la señora Diana Maffia, diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2007-2011 por la Coalición Cívica).
(19) Enguita, Mariano F. “Marxismo y sociología de la educación”. Capitulo 2: “El marxismo y las relaciones de género”. Madrid, Akal. 1986, p. 42.
(20) Hartrick, Lariza. Herejes somos: “toda mujer puede ser lesbiana”. En de-generando, publicación de la Comisión de Género de Humanidades. Número 2. Marzo de 2009.
(21) Entrevista realizada el 1 de septiembre de 2009 a Yamila Balbuena (31 años), integrante de Las Azucenas desde 1993.
(22) Entrevista realizada el 31 de agosto de 2009 a Lariza Hatrick (28 años); Ileana Dell Unti (23 años) y Fernanda Ortega Passalaqua (25 años), integrantes de Malas como las Arañas desde su conformación.

Bibliografía:

Bourdieu, Pierre; J.C. Chamboredón y J.C. Passerón, “El oficio del sociólogo”. Ed. Siglo XXI. 1975.
Enguita, Mariano F. “Marxismo y sociología de la educación”. Capitulo 2: “El marxismo y las relaciones de género”. Madrid, Akal. 1986.
Guber, Rosana. “III. El Enfoque Antropológico: Señas particulares. En “El salvaje metropolitano” Ed. Legasa, Bs. As., 1991.
Vasilachis de Gialdino, Irene. Métodos Cualitativos I. Los problemas teórico-epistemológicos. Tesis Nº 6: “Los métodos cualitativos suponen y realizan los postulados del paradigma interpretativo”. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina,1992.