LA RELIGIOSIDAD POPULAR: PROFETISMO Y LIBERACIÓN

Autor: Por Sergio Roberto Castanetto (UCSE-DASS, Populorum Progressio)




Con este trabajo pretendemos realizar un aporte sobre las expresiones de la religiosidad popular en general, sobre su profetismo y sobre la capacidad de generar procesos de liberación genuina en el pueblo.

De las últimas investigaciones sobre la religiosidad en Argentina, una de Fortunato Mallimaci, otra la del equipo de investigación que coordina el obispado de Jujuy, señalan que en el NOA, hay alrededor de un noventa y cinco por ciento de las personas tienen alguna creencia religiosa, en su mayoría cristianos. Es una región, donde se concentran, también, la mayor cantidad de expresiones de la religiosidad popular durante todo el año.

Ante esta realidad surgen una serie de cuestionamientos que ofrecen una importante oportunidad para realizar una investigación. Nos planteamos, cómo en la Provincia de Jujuy, que es una zona muy prolífera en manifestaciones religiosas populares, y que aglomeran grandes cantidades de personas a lo largo del año, desde el punto de vista político-social-económico, es uno de los lugares del país, donde hay más clientelismo, pobreza estructural, donde por años se repiten los mismos gobiernos con los mismos actores, lugares en los cuales no hay planes serios de desarrollo de trabajo genuino que permita a la gente independizarse de un paternalismo infantilizante, zonas en las cuales las oligarquías de turno, buscan el propio beneficio. Dada esta realidad, se impone la necesidad de estudiar las estructuras y los procesos que generan las expresiones de la religiosidad popular para poder identificar los aspectos que bloquean un auténtico profetismo y camino de liberación.

En primer lugar partimos de algunas definiciones de religiosidad popular, siguiendo autores que han abordado la temática, luego haremos un análisis de las definiciones propuestas, para finalizar haciendo una propuesta que pueda encaminar la recuperación de la dimensión profética y liberadora de la religiosidad popular.

Jorge Seibold indica que en Latinoamérica, cinco tipos de religiosidad popular, la que proviene del mundo indígena americano y que conserva y cultiva todavía hoy sus creencias ancestrales; el catolicismo popular extendido por casi toda América Latina; el sincretismo indígena que ha asimilado importantes aspectos cristianos, tal como es palpable en diversas áreas andinas; el sincretismo afro-brasileño o antillano, que tiene también connotaciones cristianas; por último, el evangelismo popular que ya presenta características definidas y bien distintas del catolicismo popular o de los restantes sincretismos americanos.

El documento de Puebla, nº 444, señala “Por religión del pueblo, religiosidad popular o piedad popular, entendemos el conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes básicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan. Se trata de la forma o existencia cultural que la religión adopta en un pueblo determinado.

José Luis Idígoras, expresa por religiosidad popular la religión tal como la vive el pueblo, en forma espontánea y variable, ligada a ritos y costumbres, a fiestas y folklore, como una parte de la cultura tradicional. En nuestros países esta religiosidad popular es cristiana, aún cuando se trate de un cristianismo popularizado y sincrético, en el que entran viejos residuos ancestrales y elementos culturales diversos.

Lucio Gera explica “tenemos entre manos un objeto vivo, singular, empíricamente constatable, fáctico”, y la caracterizó en dos tipologías: “conforme a la representación que el hombre se hace del objeto religioso (Dios y los seres divinos) y la consiguiente actitud que adopta frente a él… y conforme al sistema de medios que pone en práctica para estar en relación con lo divino”.

La religiosidad popular "atesora los valores más profundos del pueblo", pero también es cierto que en algunos casos está atravesada por un sincretismo que empobrece. Es necesario un proceso de acompañamiento que permita que todos esos valores atesorados puedan resaltar más.

Evidentemente el "menosprecio" o el "ninguneo" de la religiosidad popular por parte de ciertos sectores de la comunidad eclesial, proviene de una concepción elitista de lo que es la religión.

Es importante que en todas las expresiones de religiosidad popular, se vaya trabajando la centralidad de Jesús, que encarna todos los valores del pueblo, el pan, el trabajo, la justicia, la dignidad de la persona, la salud, la vida, la fiesta, la fraternidad, la solidaridad, la paz, la ciudadanía…

Retomando el tema del menosprecio, es necesario diferenciar el origen del rechazo, y/o desprecio por estas comunidades. Están aquellas que tienen una fuerte matriz conservadora que desde una mirada integrista del cristianismo consideran como paganas a dichas expresiones. Otras comunidades, que se consideran “progresistas”, “en muchos aspectos “comunidades superadas”, o “comunidades de élite”, que rechazan o en el mejor de los casos, “soportan” las expresiones de la religiosidad popular como etapas de un cristianismo todavía no evolucionado. Pero también, están aquellas comunidades eclesiales, que “acríticamente”, aceptan todo como bueno, por el simple hecho de que llevan el nombre de “pueblo”, podemos afirmar que, indirectamente, también es una forma velada de menospreciar, porque no se ayuda a crecer.

Entendemos que la mejor manera de ayudar a valorizar todas estas expresiones, que como se indicó anteriormente, son portadoras de un cúmulo muy importante de valores, y “son una importante oportunidad de caminos que se abren hacia la trascendencia”, es a través del conocimiento y la vivencia. La ignorancia, lleva al prejuicio, y éste conduce a la desvalorización. Por lo tanto, el poner en contacto a las comunidades que tienen esta actitud de desprecio, con estas manifestaciones, desde lo experiencial, desde el conocimiento y el estudio serio, es brindar una excelente posibilidad de valorizarlas.

Con respecto a la definición de José Luis Idígoras, "La religiosidad popular es la religión tal y como la vive el pueblo", y agrega "en forma espontánea y variable...". Entendemos que a esta definición le faltan especificaciones, Puebla 444, agrega "conjunto de hondas creencias selladas por Dios..." Calzadilla, aporta "en la religiosidad popular se expresa el rico potencial creador del imaginario del pueblo...". Coincidimos con la afirmación que expresa "que la religiosidad popular cuando es bien interpretada es reconocida como una expresión religiosa masiva con presencia ineludible de la sabiduría del pueblo o cultura en la cual se encarna... aunque a veces se evidencie la necesidad de recatequizar". La afirmación "la religiosidad popular es tal y como la vive el pueblo", es muy amplia y no refleja bien lo que es en sí esta religiosidad, debido a que hay diversas expresiones con diverso grado de profundidad y con mayor cercanía a la centralidad en Jesús. Dentro del mismo pueblo hay varias formas de vivir esta religiosidad, incluso dentro del mismo grupo que celebra una determinada manifestación, las personas lo hacen con distinto grado de profundidad. No siempre todo lo que es cultural, todo lo que es del pueblo, por el mismo hecho de serlo, ya es bueno. En Jujuy, muchas manifestaciones de la religiosidad popular están acompañadas por la ingesta alcohólica, atravesadas por una visión mágica y determinista del hombre, expresiones y enfoques todos, que empobrecen la riqueza y la espiritualidad de la religiosidad popular. Por lo tanto, la religiosidad popular, como la hemos vistos en distintos autores y documentos tiene una identidad propia,

una riqueza invalorable, y recibe de la vivencia del pueblo la caracterización que la especifica, pero supera la expresión concreta de uno u otro grupo.

Creemos que es importante, para que la religiosidad popular vuelva a recuperar toda su impronta profética y liberadora, es necesario trabajar, el contenido, y el significado de los lemas, las letras de las canciones, la cartelería, los simbolismos, los relatos y las homilías. También es fundamental emponderar a todos los creyentes que participan de este tipo de expresiones, por medio de la selección de prioridades, bien definidas, claras, referidas a problemas centrales. Es central la movilización, que ya se da, en incontables encuentros que se desarrollan a lo largo del año, lo cual es también una demostración de poder que debe ser encaminada hacia la defensa de la justicia. Es clave articular con otras organizaciones, encontrar puntos de contactos con otros, ser capaces de moverse juntos, manteniendo la libertad de movimiento de cada uno. El conocimiento que es crear y pensar, para nosotros desde la metodología de la educación liberadora y popular. La ideología, que permite ver la realidad desde una determinada posición, ofrece la posibilidad de dar batalla sobre los significados centrales de una sociedad, las causas de la pobreza, la solidaridad, y la justicia. Finalmente la fiesta nos posiciona en la capacidad de celebrar, de adelantar la utopía, luchamos por un futuro mejor, pero también por una manera de compartir el presente.

Son todas dimensiones que la religiosidad popular debe recuperar e integrar para lograr que todas estas expresiones estén al servicio del hombre, nos solamente desde el punto de vista espiritual, que es sumamente importante, pero también ofreciendo espacios de reflexión-acción para transformar la sociedad sobre la base de la justicia, la dignidad, la igualdad de oportunidades, para construir una verdadera patria de hermanos.